Si las personas son controladas por la tecnología, cualquier proceso transformador, aunque se implante, acabará siendo un fracaso. Las personas deben ser la clave para que las aplicaciones y los dispositivos tecnológicos sumen en clave de incrementos de eficiencia, de rentabilidad y de competitividad corporativa. Pero también para optimizar el compromiso, la vinculación y la motivación de las personas respecto a la marca, en general, y respecto a sus atribuciones, en particular.
En un entorno tan digitalizado como el actual y más aún como el que se perfila en los próximos años, es de esperar que la tecnología ocupe cada vez más espacio en diferentes áreas, operaciones y actividades empresariales. Desde luego, también en el ámbito personal…
Pero, desde Datisa, empresa tecnológica especializada en el diseño, desarrollo y comercialización de software ERP para pymes, se apunta al control de las personas y, sobre todo, a la puesta en valor de estas sobre cualquier evolución tecnológica, para transitar con éxito en la era del conocimiento.
Así, los expertos de la firma española de ERP para pymes aseguran que será la “tecnología con alma” la que ponga el punto diferencial sobre la cantidad de dispositivos, aplicativos, soluciones y demás herramientas TI que incorporen las pequeñas y medianas empresas en los próximos meses. “Hablamos de ‘tecnología con alma’ para poner en valor el papel que deben desempeñar las personas en los procesos de evolución tecnológica y, especialmente, en el desarrollo de cualquier nuevo dispositivo o solución. Deberán ser estos los que se pongan al servicio de las personas -clientes y/o empleados- y no a la inversa”, asegura Isabel Pomar, CEO de Datisa.
En este sentido, en 2019 veremos novedades respecto a los aplicativos de gestión: más innovación para incorporar a estos programas de gestión de recursos empresariales nuevas funcionalidades, más servicios y un carácter más ambicioso en cuanto a operativa, navegación, seguridad y rapidez. Con ellos las pequeñas y medianas empresas podrán mejorar sus ratios de productividad, eficiencia y rentabilidad, siempre y cuando la tecnología sea lo suficientemente ágil y flexible como para adaptarse a los requerimientos de las personas que los manejen.
“No buscamos usuarios que estén pendientes de la pantalla de su ordenador, de las alertas en sus dispositivos móviles para comprobar si cumple o no el vencimiento de un pago o la presentación de un modelo impositivo. Buscamos, por el contrario, personas confiadas que puedan poner el foco en una visión más pragmática, más proactiva e incluso más estratégica de sus funciones. Es decir, personas que tengan la certeza de que pueden acceder a la información que necesitan a golpe de clic y ejecutar cualquier tarea desde donde quieran y cuándo quieran”, asegura Isabel Pomar. El verdadero valor será dejar de ser tecno-dependientes y ser sencillamente tecno-exigentes.